En el juego representamos a pequeñas ciudades estado de la península itálica y el objetivo del mismo es conseguir una población de al menos dieciséis habitantes y la construcción de diez templos (condiciones de victoria). La partida transcurre en un máximo de siete rondas o años, pero que puede reducirse si al final de uno de ellos cualquier jugador ha conseguido las condiciones de victoria.
Estamos ante un juego de colocación de trabajadores cuya novedad principal es el motor de cartas que usa para ello. Cada jugador dispone de un juego de ocho cartas de cortesano, iguales para todos, que se usan para colocar los quecos en el tablero, de manera que jugarás una o dos cartas dependiendo del edificio y espacio que quieras ocupar.
Comenzaré esta última parte de la reseña diciendo que he vendido el juego. Sí, lo vendí por no cumplir las expectativas; por esperar más de un juego del que más bien se debe de esperar poco; por dejarme llevar por unas ilustraciones que al final resultaron ser poco funcionales y que llevan más a confusión que a meterte en el tema.
A pesar de que considero que el trabajo realizado con respecto a las ilustraciones es muy bueno, creo que el tablero es excesivo, con una saturación tal de ilustraciones que puede llegar a confundir y que no es nada práctica a efectos del juego, sobre todo en los compases iniciales en los que te pasas unos buenos minutos buscando el lugar dónde quieres colocar a tus trabajadores.
Una vez abierto, la caja no esconde demasiados misterios. Su reglamento a color, añade nuevas variables en la forma de jugar, incluyendo hasta un party para disfrutarlo con mucha más gente, y sobre todo la posibilidad de jugar hasta con doce jugadores, lo cual lo hace un buen juego para tenerlo en casa cuando se nos reúnan multitudes dispuestas a pasar un buen rato.
Una de la cosas que me han llevado a reseñar este juego es el hecho de que a la gran mayoría de las personas a las que se lo explico, si bien entienden bien la explicación, a la hora de jugar se pasan toda la partida pescando, vamos, más perdidos que un pulpo en un garaje. Esto hace que me plantee tres cosas: no prestan atención cuando explico; no explico bien los juegos; o la mecánica del juego es complicada.
Grandes reyes de Egipto luchan por hacerse con el control de las tierras bañadas por el Nilo... Claro que en aquella época yo no sabía que el 99% de los juegos abstractos tenían la temática pegada. Tampoco es que ésto me importara mucho, la verdad, los que ya me conocen saben que si el juego funciona bien, la temática no me importa demasiado.
Para empezar diré que al ser un juego de Queen Games esperaba calidad en los componentes y he de decir que no me defraudó para nada. Caja grande, de dimensiones tipo "Sid Meier's Civilization: El juego de tablero" o "Colosseum", con un ligero toque de aire. Un troquel de calidad, cartas plásticas también de calidad, ocho tableros de cartón grueso y casitas de madera.
Es un abstracto que sufre de la "sintematología" típica de este tipo de juegos. De reglas sencillas y corta duración, es ideal para comenzar una velada o para sacar entre juegos de mayor complejidad... pero no se equivoquen, tiene más profundidad de lo que parece. El setup del juego no lleva ni dos minutos y es bastante sencillo. Desde mi punto de vista ha sido todo un descubrimiento.
Sicilia, tropecientos mil a.C., las civilizaciones del mediterraneo florecen todas a las vez y luchan por dominar la zona. El objetivo final del juego es tener en tu civilización una combinación de cuatro cartas de héroe y/o maravillas; o la construcción de las pirámides. Da igual que seas romano, griego o abisinio... vas y cascas en medio de Roma una pirámide.
La verdad es que no esperaba mucho del juego. Pensaba que iba a ser una de estas adaptaciones cutres hecha con prisas y que no iba aportar nada nuevo. Además, maese Wallace no está exento de realizar algún truño que otro, así que como ya les he dicho, no me llamaba nada la atención... pero me ha parecido de lo más divertido que he probado últimamente.
La verdad es que siempre he pensado en la historia y la arqueología en términos románticos y todo por culpa de Indiana Jones... Sí, yo de pequeño quería ser como Indiana, vestir pantalones de colo caqui, chaqueta de cuero marrón, llevar sombrero y recorrer el mundo viviendo cientos de aventuras en busca de piezas antiguas y misteriosas que poder exponer en un gran museo.
Mostraré qué es lo que trae el interior de las cajas de los juegos que compro... sí, lo sé, ¡que pedazo de idea! ¡Cómo es posible que no se le haya ocurrido a nadie antes! Si es que me estoy coronando con este blog. Pero no se confunda, que tal vez les suene algo parecido a las secciones de otros blogs: unboxing, open box, abriendo la caja, esto qué es lo que es,... La mía no se parece en nada a las que he mencionado... ¿o sí?
Antes de comenzar la partida hay varias rondas de colocación inicial. Comenzando por el jugador inicial y siguiendo el sentido de las agujas del reloj, cada jugador coloca dos cubos en una región del mapa, seguido de una segunda ronda en el sentido inverso. El reglamento no establece ningún tipo de restricción respecto a la colocación de los cubos de población.
Una vez abierta la caja, nos encontramos con unas instrucciones muy bien maquetadas y con muchas ilustraciones explicativas, si bien sólo están en alemán. La verdad es que no entiendo por qué este juego no incluye las instrucciones en inglés, y más con toda la promoción que lleva de por medio. No es muy lógico no colgar las instrucciones en un idioma más accesible para todos...
Todos los tiles tienen dibujado la edificiación que se puede construir en el mismo, el número de puntos que aporta su construcción y el recurso o recursos que aporta en el caso de que se construya en dicho tile. Con respecto a los recursos, son cinco los que aportan: oro, oveja, madera, pescado y azucar.
Lo primero que debemos de hacer es colocar todos los tiles en las zonas correspondiente del tablero. Los tiles de costa son los únicos que se colocarán boca arriba, con la parte de la ilustración visible, mientra que el resto se colocará boca abajo y se irán descubriendo conforme vayamos construyendo en la Isla. La colocación se realizará de manera aleatoria, lo que hará que cada partida sea diferente.
Cada jugador representa a un gran mago que compite por ser el mejor de todos los tiempos, competición que dura tres años con sus correspondientes estaciones. A primera vista lo que llama la atención del juego es su estética, que para mi gusto es inmejorable. Es más, no me da vergüenza decir que me compré el juego tan sólo porque es bonito como él solo.
Aquellos que sean amantes de los juegos de este gran genio lúdico estarán de acuerdo conmigo en que la primera frase de esta reseña lo resume todo. Y yo les pregunto: ¿cuando les dicen que un juego es de Stefan Feld en qué piensan? Pues yo particularmente pienso lo siguiente: tensión, múltiples opciones de puntuar, orden de juego, originalidad, diversión y reloj suizo.
Ya la gran ilustración de la portada deja entrever la calidad de las ilustraciones que vamos a encontrar en la cartas. El juego trae ciento dieciséis cartas magnificamente ilustradas, contadores de plástico duro en tres colores que representan las monedas (o dineros, como se les denomina en el juego) y un libreto de instrucciones que, si bien está bien redactado, en alguno apartados da lugar a confusión y a interpretaciones ambiguas.
Sinceramente, creía que no me iba a gustar y, mira tú por donde, estaba totalmente equivocado. Y es que en muchas ocasiones los juegos que menos esperas triunfan y éste ha sido el caso. El juego es en sí una colección de unos cincuenta mini-juegos, todos ellos relacionados con el lenguaje, ya saben, formación de palabras y oraciones.
Lo primero que quiero destacar de este juego es que, compartiendo las mecánicas básicas del original, han logrado crear un juego que aporta sensaciones totalmente diferentes y renovadas, un juego completamente nuevo con colonos, trenes y mercancias. Para mí, un soplo de aire fresco para esta franquicia saturada de expansiones.
Es un juego de corte familiar, con una mecánica de subastas a base de cartas bastante original y lo que es más importante, totalmente integrada en la temática del juego. Durante la travesía por el río iremos parando por diferentes estaciones (cuarteles, misiones,...) en donde debemos tratar de colocar a una serie de personajes en función de su nacionalidad y su profesión.
Aunque parezca un abtracto al más puro estilo "Tigris y Éufrates" (de tiles de colores va la cosa), es temático a más no poder... o no. Bueno, a mi me lo pareció. En el juego tenemos que hacer desarrollar nuestros corales para posteriormente alimentar con ellos a nuestro pez loro. Pero ojo, no todos los corales tienen el mismo valor y es que existe una jerarquía entre ellos.