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Ha desaparecido el mayor tesoro que albergan los viejos muros de la universidad Unseen. La preocupación principal del bibliotecario es explicar al consejo de magos que el octavo ha sido robado. Sobre todo porque, al ser un simio, su vocabulario solo tiene una palabra: "¡OK!" Pero aún teme más las consecuencias que pueden sobrevenir sobre la totalidad del Mundodisco si los ocho grandes conjuros no se devuelven pronto a su lugar apropiado.

A medida que la noticia del robo se extiende por las calles y avenidas, el capitán Vimes de la guardia de la ciudad reúne a sus hombres. Es nuestro deber asegurar que los conjuros se encuentren y se devuelvan a donde pertenecen. Nadie quiere que algo tan potente caiga en malas manos. Se os ha dado a todos instrucciones sobre los grandes conjuros que debéis buscar, y es necesario que cada uno de vosotros trabaje con una de las cofradías para descubrir lo que podáis y se recuperen los conjuros.

Así de sencillo... o al menos lo sería, si no fuera en Ankh-Morpork. Cada jugador está enfrentado a los demás y dispuesto a todo para ser el primero en devolver los conjuros. Todos están deseando usar las nuevas habilidades de sus respectivas cofradías sobre cualquiera que se interponga en su camino.

Además, los peligros cotidianos de la ciudad más bulliciosa, poblada y menos respetuosa de la ley del Mundodisco no son nunca muy sencillos. A eso hay que añadirle trolls, saboteadores, vendedores callejeros asesinos y un equipo de equipaje de ochocientas libras que atruena la ciudad desplazándose sobre cientos de minúsculas piernas.