Una de la cosas que me han llevado a reseñar este juego es el hecho de que a la gran mayoría de las personas a las que se lo explico, si bien entienden bien la explicación, a la hora de jugar se pasan toda la partida pescando, vamos, más perdidos que un pulpo en un garaje. Esto hace que me plantee tres cosas: no prestan atención cuando explico; no explico bien los juegos; o la mecánica del juego es complicada.
Una vez abierto, la caja no esconde demasiados misterios. Su reglamento a color, añade nuevas variables en la forma de jugar, incluyendo hasta un party para disfrutarlo con mucha más gente, y sobre todo la posibilidad de jugar hasta con doce jugadores, lo cual lo hace un buen juego para tenerlo en casa cuando se nos reúnan multitudes dispuestas a pasar un buen rato.
A pesar de que considero que el trabajo realizado con respecto a las ilustraciones es muy bueno, creo que el tablero es excesivo, con una saturación tal de ilustraciones que puede llegar a confundir y que no es nada práctica a efectos del juego, sobre todo en los compases iniciales en los que te pasas unos buenos minutos buscando el lugar dónde quieres colocar a tus trabajadores.
Comenzaré esta última parte de la reseña diciendo que he vendido el juego. Sí, lo vendí por no cumplir las expectativas; por esperar más de un juego del que más bien se debe de esperar poco; por dejarme llevar por unas ilustraciones que al final resultaron ser poco funcionales y que llevan más a confusión que a meterte en el tema.
Estamos ante un juego de colocación de trabajadores cuya novedad principal es el motor de cartas que usa para ello. Cada jugador dispone de un juego de ocho cartas de cortesano, iguales para todos, que se usan para colocar los quecos en el tablero, de manera que jugarás una o dos cartas dependiendo del edificio y espacio que quieras ocupar.
En el juego representamos a pequeñas ciudades estado de la península itálica y el objetivo del mismo es conseguir una población de al menos dieciséis habitantes y la construcción de diez templos (condiciones de victoria). La partida transcurre en un máximo de siete rondas o años, pero que puede reducirse si al final de uno de ellos cualquier jugador ha conseguido las condiciones de victoria.