Un filler de los de encadenar varias partidas seguidas, y con una complejidad de las que lo explicas en medio minuto. Componentes de excelentísima calidad. No olvidéis que se trata de un chorrijuego de escasísimos componentes (cartas y unos mini-tokens de cartón para la puntuación), pero aún así se agradecen que sean de tan buena calidad.
Además de las mágicas ilustraciones (que en mi opinión embellecen al juego) todos los componentes son de una calidad sobresaliente. Buenas cartas, buenos cartones/losetas, buen tablero, y figuras de plástico todas bonitas e innecesarias. De ahí lo de la sobreproducción: el juego se podría jugar con cubitos de madera de colores en lugar de incluir figuras de plástico.
Al abrir la caja (de tamaño cuadrangular) nos encontramos con un tablero (impreso a doble cara, es decir, dos mapas), un montón de losetas dobles, y las carismáticas pagodas; templos que cada jugador intentará colocar en el mapa. Se supone que tenemos que extender nuestro poder político-militar por las diferentes provincias del gigante país asiático.
Muy buena calidad la verdad. El juego viene en una caja cuadrada. Y sí, con bastante aire. En cuanto a los componentes, son un tablero cuadrangular bien grandote, cubitos de madera en cinco colores (y no los habituales), tokens de cartón de diferentes formas y colores, y cartas de dos tipos. Es un juego de mayorías y control de áreas.
Muy buena calidad, algo que se disfruta pero que obviamente ha encarecido el precio del juego. Cabe decir que la caja trae cuantioso aire, realmente es de esos que cabría en una cajita mucho más pequeña, ya que el juego, en materiales, sólo se compone de un mazo de cartas, diez pequeños cartones gruesos, y los tazos, el componente estrella del juego.
Tampoco es que el juego traiga muchos componentes. En la cuadrangular caja va a haber incluso aire, pero se lo perdonaremos porque en este juego la caja se usa como tablero, como veremos ahora a continuación. También vendrán setenta y dos cartas, ocho monstruos de cartón y sus respectivas peanas, seis dados, y algunos tokens de cartón para representar el track de ronda y algunos poderes especiales de los monstruos.
Al abrir la caja del juego, que por cierto es muy cuca, veremos un tablerillo (impreso a doble cara), cartas, tokens de cartón, cubitos en cinco colores, y el manual de reglas. Pues en este juego no han perdido tiempo siquiera en hacernos una introducción a un mundo ficticio ni nada por el estilo. Aquí cada jugador intenta extender sus ejercitos (sí, los cubitos) todo lo que pueda por el mapa.
Es una alocada carrera de ranas sobre un estanque; pero no ranas cualquiera: ¡caballeros rana! Para ganarse el favor de la princesa Water Lily y sus hermanas, quienes se van a casar y podrán obtener a su príncipe después del pasteloso besito al anfibio. Tema pegado; aun así, es gracioso debido a lo bien que acompañan los componentes.
A veces parece que el destino jugón no quiere que topes con un juego, por más ganas que tengas, y resulta que cuando consigues jugarlo se te queda una cara exagerada de bobo. Ninguno de los jugones con los que comparto mesa se lo compraba, ni siquiera cuando el juego pasó a estar a un precio escandalosamente apetitoso.