Pues aprovechando esta ocasión y con ganas de probar el juego que Stephane me había dejado el otro día, sin apenas consultarlo decidí sacar este juego. La preparación del juego lleva su rato, colocar las losetas centrales del fresco, ordenar las cartas de retrato, colocar los encargos, separar los cubitos de colores... pero bueno, con un poquito de ayuda no se tarda nada.
Ganará aquel jugador que más monedas haya conseguido acumular al final de la partida. Para lograr esto cada uno tendrá a su disposición dos campos y una mano inicial de cinco judías para plantar. Cuando en uno de nuestros campos tengamos plantadas varias cartas de la misma variedad entonces podremos recogerlo y obtener las monedas indicadas.
La premisa más importante de este juego es que nunca debes mirar tus cartas, ¡nunca! Entorno a esta regla gira todo el juego. Cada jugador dispondra de una mano de la que sólo conoce el reverso, y esa es poca información porque todas las cartas tienen el mismo reverso. Durante toda la partida los jugadores dispondrán sus cartas de manera que sean visibles para los demás.
Este juego nos mete en el papel de un mercader el cual tiene que conseguir la mayor cantidad de monedas a base de comprar y vender mercancías que encontraremos en el mercado, pensando cuándo realizar una venta ya que cuantas más mercancías de un mismo tipo vendamos al mismo tiempo mayor será el bono que consigamos por la venta.
Cada jugador recibe un peón representativo, tres monedas de oro y un par de lámparas para alumbrar la oscura cueva. Uno de los jugadores tendrá que hacer de guardián de la cueva, se escudará detrás de su biombo y distribuirá los tesoros por el interior del laberinto sin que los otros jugadores lo vean.
Es un juego muy rápido de explicar. Dependiendo del rol que te toque desempeñar tu objetivo puede variar entre matar al Sheriff, defender al sheriff o tan "sencillo" como sobrevivir. De esta manera, cada jugador tendrá una identidad oculta. Consta de un total de dieciséis personajes diferentes cada uno con una habilidad especifica.
Cada jugador en su turno cojera una loseta y la intentara colocar de la mejor manera posible para así empezar a crear los castillos donde podremos colocar a los caballeros, caminos para colocar ladrones, monasterios donde poder poner a los monjes o finalmente engrandar los prados para intentar abastecer el mayor número de castillos posibles con nuestros granjeros.
Pues la idea del juego es muy sencilla. Cada uno de los jugadores representa a una civilización, exploradores, aventureros o colonizadores, como más os guste llamarlos que llegan a la isla. Estos colonizadores, tienen que expandirse, para ello, la isla cuenta con los materiales necesarios para la construcción de carreteras, poblados y ciudades.