Se trata de un euro en el que aunque no se colocan trabajadores, es importante gestionar y optimizar nuestros recursos. No es nada innovador en sí mismo, aunque tiene algunos mecanismos que van bastante bien. Destaca la elección del orden del juego, que se elige al principio de cada turno, y que con los multiplicadores que hay hace que sea muy caro mantenerte arriba durante muchos turnos.
¿Habéis pensado alguna vez lo útil que es aprender otros idiomas y al inglés no le acabáis de coger el truco o bien se os queda corto? ¡Ugungu! ¿El chino os queda un poquito a desmano? ¡Akungu! ¿Sois de los que no entendéis el porqué de tantos idiomas pudiendo tener uno primitivo? ¡Manungu! ¿Pensáis que aprenderlo en solitario es aburrido y sería más bonito por parejas? ¡Kaghingu, kaghingu!
Targi es un juego pequeño que ya ha tenido ediciones en varios idiomas. El juego tiene una fuerte dependencia con el idioma, y a no ser que se quiera estar todo el rato mirando alguna chuleta o tradumaquetar las cartas, recomendamos hacerse con la edición en castellano si se está interesado en el juego.
Lo llamativo, y un poco la esencia del juego, son las seis ruedas que una vez engarzadas formarán el calendario maya. Quedan bastante bonitas en el tablero, e incluso está la opción de pintarlas sin demasiada dificultad. ¡Hay artistas para todo! Además, giran bastante bien, no se atascan. Tenemos algún otro juego que tiene también este tipo de engranajes, y desde luego que gira mucho peor, ¡así que un punto positivo para esto!
Un juego que nos pone en el papel de un ahau, el líder de un clan o una pequeña ciudad maya, que pretende llevar a su pueblo a la gloria. Para lograrlo, tendrá que acumular más puntos de victoria que sus rivales, ¡y todo antes de que pasen doscientos sesenta días! Los dioses otorgarán puntos de victoria a aquellos que les haya rendido tributo.
Desgraciadamente, ha aparecido un cadáver, ¡una joven sin sangre alguna en su cuerpo! La gente murmura que son vampiros. ¡Habladurías populares! No saben nada... intuyen mucho, pero no saben realmente nada. Desgraciadamente no es la primera vez que pasa cerca de los Erdóy. Y es que como sirvientes suyos, conocemos sus secretos. Intentaré resolver este asunto sin mancillar su honor.
El juego quiere ganarnos a primera vista y nos sorprende visualmente con una caja metálica con bisagra y relieve incluidos. Al abrirla nos encontramos con el reglamento y un resumen de los mazos de cartas, una bolsa de tela, los tokens para destroquelar y dos compartimentos, uno para el mazo de cartas y otro para unas fundas especiales que se necesitan para el juego.
Un juego de colocación de trabajadores ambientando en Oceanía, en el que podemos (¡y debemos!) bloquear las acciones del resto de jugadores. ¿Os suena esta mecánica y ambientación? Sin embargo, este juego pese a llevar más de dos años publicado, no ha tenido mucho eco y no será porque no es un juegazo.
Empezamos hablando de los componentes, y aquí podemos decir que son de calidad media/alta. Tiene un tablero grande y con un colorido exquisitamente elegido, que te trasporta sin darte cuenta a la magia nórdica, e incluso da un simpático toque navideño. Una estética cuasiperfecta como juego familiar que es. Aunque evidentemente, en cuestión de colores y gustos, todo es relativo.
Esto es lo que grito cada mañana, todos los días. Pero no os creáis que es monótono, ¡al contrario! Vivimos en el año 1910 de nuestro Señor, ¡un mundo de oportunidades! Es mi convencimiento que el mundo se encamina a una edad de continua paz y progreso técnico. No hace ni diez años que Noruega se separó de mi amada Suecia de forma totalmente pacífica.