El juego nos mete en el papel de una de las dos superpotencias y durante unos veinte minutos vamos a intentar demostrar quien manda en el mundo. Sí, he dicho veinte minutos. Y cumple a la perfección, genera tensión y unas ganas locas de jugar otra partida. Dinámico y aunque sólo vas a jugar nueve cartas en la partida, tiene la suficiente rejugabilidad para cambiar en cada sesión de juego.
Un montón de sospechosos, pruebas que parece que te ayudarán y acaban en un callejón sin salida, giros inesperados en la conducta de los interrogados, nervios, pruebas forenses que corroboran tus hipótesis, sorpresas, acción. Todo esto te espera en la este juego. Cada caso está pensado para jugar en una sesión de juego y que directamente os enlazará con el siguiente.
Os vamos a dar una breves pinceladas sobre el juego, las sensaciones que produce, cómo funciona y los motivos de por qué se va a convertir en un éxito. Para empezar podemos considerar este juego como un wargame ligerísimo. Sin calorías, fácil de asimilar, fácil de jugar, con gran inmersión en cada partida, con la cantidad justa de azar como para desbaratar los planes de toda tu plana mayor de generales y sobre todo muy divertido.
Cada jugador tendrá una carta de gustos en las cuales verá cuales son sus golosinas favoritas, que nos darán más puntos al final de la partida, y cuales no nos gustan, que lógicamente, no puntuaremos. El turno es muy sencillo. Cada jugador cogerá una carta de la mesa con la única condición que sea totalmente visible y no esté tapada por otra carta.
Encarnaremos el papel de arquitectos cuyo objetivo es construir barrios residenciales en los Estados Unidos de los años 50. Jardines, zonas comunes, piscinas, vecindarios de lujo, quizás alguna rotonda,... ¿Cómo piensas gestionar la construcción de estas tres calles? Hablemos ahora de las primeras expansiones de este juego.
Es un juego de roles ocultos ambientado en un manicomio de muy bajo presupuesto. Los doctores tendrán que evitar que escapen los internos y intentar no convertirse en pacientes... Los enfermos mentales están al borde de la locura con tanto tratamiento y la única solución viable que les queda es intentar escapar del manicomio que los retiene.