Bajo este poco afortunado nombre se encuentra, o eso pretende al menos, una versión destilada del clasicazo "Junta", el juego de las repúblicas bananeras en el que competíamos por ser la familia que más dinero de los fondos de ayuda internacional desvía a su cuenta privada en Suiza. "Junta" es un juego caótico, puñetero, traicionero e increíblemente divertido.
Aquí donde me veis, yo también tengo un pasado, y mi pasado viene plagado de tierras dobles, contrahechizos, fuerzas de voluntad y djinns de Erhnam. Cuando tenía muchos menos años (iba a decir mucho más pelo, pero siempre he sido bastante cartoniano) mi presupuesto semanal lo sacaba a base de cambalachear con cartoncitos en el rastro madrileño.
El arte es sencillo y funcional como en todo buen eurogame, no llama en exceso la atención pero cumple con su cometido. Sin embargo el juego es bastante llamativo una vez que se ha montado la ciudad con sus tejados. Vamos con las mecánicas que es donde el juego brilla por su originalidad. La mecánica principal es una pirámide de cubos de colores.
Es el juego del gato y el ratón en el que la rebelión se dedica a esconder y defender su base rebelde mientras que el Imperio se dedica a "pasar el rodillo" por todos los sistemas en su búsqueda. Las reglas son simples, la profundidad está en las cartas. Cada ronda se divide en tres fases que resumimos a continuación de forma breve.
En este juego somos unos arquitectos que compiten por crear la mejor construcción de Augusta Treverorum. Para conseguirlo tendrás que comprar ladrillos y utilizarlos para construir varias estructuras en una de las cuatro zonas del tablero. La "doble K" (Kiesling y Kramer) vuelven con un juego de mayorías. ¿Estamos ante otra de sus obras maestras o un juego menor en su dilatada carrera?
La supuesta ventaja principal de los juegos de mesa respecto a otras opciones lúdicas es que nos permiten sentarnos junto a gente que en teoría nos cae relativamente bien e interactuar con ellos y, sin embargo, es habitual ver cómo título tras título se centra en cuestiones mecánicas, en cómo podemos "comunicarnos" con el juego.
Los juegos de roles ocultos son uno de mis géneros favoritos pero, por otra parte, es muy difícil a estas alturas encontrar algo nuevo. Y cuando abrí la cajita de este juego y le eché un vistazo a las reglas, lo primero que pensé fue un "Vaya, otro Coup". Luego investigué un poquito más y resulta que el juego está basado en un juego de 1981 que, a su vez, fue la "inspiración" para "Coup".
El rey midas de los juegos de mesa financiados por micromecenazgo vuelve con un juego ambientado en un pasado alternativo, donde confluyen la agricultura, la ganadería y la guerra. En este juego los jugadores trabajan para liderar su país conquistando territorios, reclutando aldeanos y tropas, obteniendo recursos y construyendo gigantescos robots mecánicos y sí, peleando con el resto de jugadores.
De vez en cuando un juego llega arrasando, tras una campaña en micromecenazgo de ésas de llevarse las manos a la cabeza pensando "¿Pero cuánta pasta va a sacar este pavo por un juego a base de dibujos molones?" y tirarse de los pelos viendo cómo los más afortunados van colgando fotitos en redes sociales de los cajotes que les acaban de llegar.
El juego consta de tres rondas al final de las cuales el jugador con los tesoros más valiosos será el ganador. En cada una de las rondas bajarás en busca de tesoros. Puedes volver al submarino sólo una vez y sólo si vas cargado con al menos un tesoro. Cuanto más profundo bajes más valor tendrán las reliquias, cuanto más cojas más puntos, pero menos avanzas.
Antes de las ensaladas de puntos, de los juegos de dos horas con veinte recursos distintos y las losetas promo, estaba Reiner Knizia. El auge de los juegos alemanes (ni siquiera se llamaban eurogames por aquel entonces) se basaba en reglamentos sencillos, basados en dos o tres mecanismos entrelazados y en cómo ibas a hacer lo que tú querías sin que los demás jugadores se dieran cuenta.
¿Arriesgarías tu vida por encontrar un tesoro sumergido en el fondo del mar? Yo no sé si llegaría a tanto pero si existiera una mínima posibilidad de poder pagarme los juegos de mesa que quiero, lo pensaría. Éste es el planteamiento de este juego donde partiremos en busca de tesoros sumergidos y competiremos por encontrar los más valiosos.
Chavalería, os traemos la reseña de una novedad de Matthias Cramer editada en castellano por Maldito Games. Se trata de un juego para dos jugadores contextualizado en la mitología griega y donde combatiremos a nuestro oponente enfrentando a nuestros héroes mitológicos con los suyos.
Tiene, ante todo, unos componentes diferentes. No entro (aún) en si son buenos o malos, digo que los componentes del juego te dejan picueto. En primer lugar, por el tamaño... Cuando encargué este juego y fui a recogerlo a casa de un amigo me esperaba una caja pequeñita; estamos ante la caja comercializada más pequeña que he visto por ahora en la afición.
El juego consiste en un tablero con tres localizaciones y un mazo de cartas que representan héroes, soldados y equipos. Hay que destacar el trabajo realizado con las ilustraciones. Es un juego de cartas con unas reglas muy sencillas pero que tiene cierta profundidad gracias a dos duras decisiones a las que te enfrentas en cada turno.
Chavalería, hace unos días os mostrábamos un gameplay de este juego de mesa. Hoy, a escasos días del lanzamiento oficial del juego os traemos la reseña para que sepáis qué me ha parecido.
Y con el título ya está la reseña hecha, pero aquí habéis venido a leer y no estaría bonito dejaros con una frase y hasta luego, así que vamos a elaborar un poquito. Este juego es uno más de los chopocientos juegos que está sacando Bruno Cathala últimamente, lo cual tampoco tiene por qué ser necesariamente malo ya que oye, el hombre que saque todos los juegos que quiera si van a ser tan buenos como "Five Tribes" o "Jamaica".
Pertenezco a esa minoría a la que "Las Leyendas de Andor" no nos gustó nada. El método de aprendizaje por tutoriales me pareció genial, al estilo del famoso nivel 1-1 de "Super Mario Bros.", y las ilustraciones eran increíbles, como no podía ser de otro modo tratándose de Michael Menzel; pero el juego que ambos elementos me presentaban me dejaba frío.
Somos nobles egipcios compitiendo por conseguir los mejores artículos para nuestra futura tumba en el valle real. Partiendo de un mazo de cartas básico, durante la partida, podremos usar las cartas de nuestra mano para comprar cartas de la base de una pirámide cambiante o colocarlas en nuestra tumba para puntuarlas, individualmente o por sets.
Bienvenidos a este juego, donde cada jugador representa la cabeza de una familia de nobles. Por orden del rey, tendremos que construir los edificios más espectaculares para ser el ganador. Dependiendo de donde construyamos los edificios, obtendremos puntos de victoria o monedas. El objetivo del juego por tanto es construir edificios y canjearlos por puntos en el momento oportuno.
Tendríais que haberme visto con mi sonrisa de oreja a oreja, la bolsa con el cajote balanceándose mientras caminaba por las calles semivacías de Madrid en verano, recordando aquel día en el que, sin enterarme muy bien de qué estaba pasando en la pantalla de aquel cine (era la primera vez que iba), me quedé marcado para siempre por esas naves espaciales.
Si seguís este blog desde hace tiempo, ya sabéis que iba a hablar bien de este juego, que probé en su momento en versión prototipo, por el que no he pagado un duro, cuyos autores pueden perfectamente ser lo más cuqui que existe en el panorama lúdico nacional y, para añadir sal a la herida, en cuyos agradecimientos se me nombra.
Piet Mondrian fue un pintor vanguardista que revolucionó el mundo del arte mediante líneas sencillas y rellenos de color minimalistas. Éste es un juego de habilidad donde somos artistas de vanguardia luchando por hacer la mejor de las composiciones para lograr la victoria. ¿Estarás a la altura del pintor neerlandés usando los dados?
¿Dos juegos españoles en la misma semana? ¿Estamos locos o qué? Pues sí, qué queréis que os diga. "Dice Drivin'" es un juego salido a través de micromecenazgo con bastante éxito para tratarse del primero juego de mesa que publicaba la editorial y, todo hay que decirlo, a pesar del inglés de primero de la E.S.O. que se han gastado a lo largo de la campaña: gente, la profesión de traductor está ahí, y sus servicios se pagan, por algo.